Hoy volvía a tocar paseo por Pekín. La ruta de hoy sería Templo del cielo, Mercado de la seda, Torres del Tambor y de la Campana y paseo por los Hutongs. Después para finalizar… probaríamos suerte con la cena e intentaremos cenar Pato Pekín.

Comenzamos buscando la ruta cogiendo el metro. La verdad que el metro en Pekín esta muy bien organizado, eso si, tengo mis dudas sobre la seguridad. Hay controles y cacheo de cada persona que entra en el metro, pero no sé que buscan realmente. El metro cuesta entre 3 y 4 yuanes por persona. Es muy barato aunque todo el transporte aquí es muy barato. Solo un tema: cuidado con las empresas de traslados, son carísimas comparado con los taxistas.
Llegamos a la parada del templo del cielo y sacamos los tickets. Por 28 yuanes entramos a los jardines y al templo del cielo por dentro. La verdad que este templo si impresiona desde fuera. Además, esta construido en unos jardines súper grandes de unas 273 de hectáreas. ¿Crees que es poco? Una hectárea más o menos es son 2 campos de fútbol… así que es un buen paseo!
En estos jardines visitamos Qiniam Dian (templo de buenas cosechas), el altar circular, bóveda imperial del cielo y el salón de la abstinencia.

Ésta vez, Maigu tuvo la oportunidad de integrarse más en cultura china. Se aventuró a jugar a los aros con los chinos. ¿De qué trataba el juego? Básicamente jugaban dos personas. Uno que era el lanzador y otro el receptor. El juego consistía en recoger los aros introduciendo el aro por la cabeza pero el lanzador debía de estar a unos 10/15 metros de distancia. Estos chinos eran expertos lanzadores, como pudimos comprobar. No fallaban ninguna. Maigu en cambio, recibiendo aros todavía tenía un pase, pero lanzando… Maigu estuvo apunto de dejar viuda a una mujer que paseaba con su marido por el parque jajaja.

Después de una buena caminata y unas impresionantes vistas de todos los jardines del templo del cielo, nos aventuramos en el segundo punto de interés del día: El mercado de las perlas.

Éste mercado destaca sobre todo la joyería y por la electrónica. Como en el mercado de la seda, aquí la mayoría de cosas también son imitaciones, pero bastante buenas y a muy buen precio. El mercado está bastante chulo, unos 20 puestos por planta con todo tipo de cosas: desde móviles pasando por objetivos de cámaras digitales; a colgantes con perlas. Estuvimos un rato por allí y nos decidimos a comer en un horario mas estilo chino, sobre las 12:30 del medio día. Por primera vez probamos el Hot Pot de Pekín. Es una cosa obligatoria que debes probar si vienes a China.

¿Qué es el hot pot? pues básicamente es un caldero que te permite cocinar al momento todo lo que quieras tomar. También puedes haberlo oído nombrar como Caldero Mongol. En este caldo dispone de dos partes de caldo. Está dividido por el centro. Todas las mesas de los restaurantes que sirven esto, tienen una pequeña vitro-cerámica en la mesa que hace que el propio cazo se vaya calentando y tu mismo le vas introduciendo lo que te apetezca degustar. Nosotros observamos a la gente de alrededor y decidimos por noodles, ternera y gambas. Luego también mezclamos distintos tipos de comida para amenizar más la comida: introducimos distintos tipos de lechugas y algunas cosas más de verduras.

Ya una vez acabamos de comer decidimos ir a la torre de la campana y a la torre del tambor. El nombre de las torres describe lo que son cada una de ellas. En una está la campana de bronce más grande que he visto en mi vida (y probablemente la más grande del mundo) y en la otra tambores centenarios. En la del tambor hacen espectáculo de percusión a determinadas horas el cual veremos ya que es uno de los encantos de éstas torres. Desde arriba también puedes ver uno de los Hutongs más famosos de toda Pekín, que después de ver el espectáculo de los tambores iremos a visitar.

Una vez terminado el espectáculo, bajamos las escaleras de la torre del tambor para continuar nuestra caminata. No lo he comentado, pero las torres de unos 100 metros de altura, únicamente tenían escaleras, por lo tanto nos tocó subirlas y bajarlas… estaba claro jeje. Para finalizar las tarde decidimos ir al Hutong que vimos desde arriba de las torres.. Allí tuvimos una de las peores experiencias en comida desde que llegamos a china. Desde fuera de una tienda, vimos por el escaparate unos pastelitos que tenían muy buena pinta. Nos lanzamos a entrar e íbamos con muchas ganas de probarlos. Decidimos comprar dos tipos de pastelitos distintos que tenían buena pinta. Aconsejados por la dependienta (con un inglés bastante peor que el nuestro) entendimos que los que tenían en el escaparate una pegatina de un pulgar hacía arriba eran los recomendados. Cuantos más pulgares, más recomendado y por lo tanto más ricos. Nos decidimos por dos de ellos: uno de 4 pulgares (debía estar riquísimo) y otro de 3 pulgares (que también debía estar rico). Super emocionados por nuestra fabulosa compra, decidimos probarlos allí mismo. Vamos allá!! Un bocado y se hizo el silencio…

Tres dos uno… QUÉ ASCO!!! Que c*** es esto??!! El primero, el de 4 pulgares estaba malísimo. Pero malo malo malo. Hasta diría que vomitivo. ¿Cómo coño le daban 4 pulgares a esa aberración? Pero aún no estaba todo perdido, nos quedaba un pastelito. Ésta vez sería yo el primero en probarlo, en la otra ocasión el primero fue Maigu. Pensamos bueno, no hemos acertado en el primero, probaremos el siguiente a ver si tenemos más suerte. Tal vez los gustos chinos sean algo distintos a los nuestros simplemente. Cogimos el segundo y… BUFFFFFF

Éste era aún peor!!! Horrible pero horrible de verdad. Tuvimos que escupirlo en la propia calle. No aconsejo a nadie comer pasteles sin saber lo que comes, nada recomendable. No quiero pensar cómo estarían los que no tenían valoración… Eso fue una cagada en toda regla. Decidimos solventarlo comiendo algo en un puesto cercano. Eso si fue un acierto. Estaba rico, aunque ya no sabíamos si el sabor era el contraste con lo que habíamos probado antes o simplemente eso si estaba bueno de verdad.

Para finalizar el día quedaba cenar y esta vez no íbamos a olvidar el famoso Pato Pekín. Fuimos a un restaurante que sirven 2500 patos Pekín al día. La verdad que el restaurante era alto nivel, podríamos llamarlo de lujo. Llegamos y nos atendieron muy rápido. El primer detalle fue que todas las camareras iban vestidas con un traje chino tradicional. El sitio estaba todo muy limpio y recogido, no como la mayoría de restaurantes que habíamos estado antes. Al poco de sentarnos, unos camareros nos pusieron como una especie de cubre sillas encima de los abrigos que habíamos colocado en las sillas. No sé como comen los chinos pero la espalda normalmente cuando como no me la mancho mucho… jejej
Por fin íbamos a probar el primer pato Pekín original. Pedimos los platos y nuestro pato. Nos costó un poco pedir los platos ya que el inglés que hablaban los camareros era nulo y nuestro chino… peor. No obstante lo logramos con fotos y parecía que todo estaba en marcha.
A los 15 minutos un cocinero saco una bandeja con un pato Pekín ya cocinado y empezó a trocearlo. Lo que troceaba el cocinero un camarero nos lo servía. No tengo palabras para describir el sabor del pato. Una verdadera obra de arte, totalmente delicioso. Para colmo, tuvimos la oportunidad de que una de las camareras nos preparará nuestros platos de tortitas de pato Pekín. ¿Qué más podíamos pedir? Una vez acabamos de cenar, estuvimos congelándonos de frío un rato en la puerta del restaurante, ¿el por qué? porque somos así de masocas, nos gusta hablar y a la mínima nos paramos y nos ponemos a hablar pese a estar a -1º en la calle. Decidimos coger el tren y llegar hasta el hotel. Reto conseguido, el mejor Pato Pekín del mundo estaba en nuestro estómago.

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